miércoles, 22 de abril de 2009

Privilegios

Él despertó con una sorpresa poco grata hoy.
Siempre lo supo, desde hace tiempo lo esperaba,
pero nunca creyó que se sintiera tan de la jodida.

Sus ojos añoraban ver ese brillo tan esperado,
esa luz que hacía tiempo que no veía,
esos roces cálidos que extrañaba.

Ni los privilegios de los que muchas veces presumió
lo pudieron salvar de alejarse de correr una última lágrima.
¿Una lágrima de alivio?¿Una lágrima de extrañanza?
¿una lágrima de hastío?¿una lágrima llorona?
Una lágrima al fin y al cabo... la última.

Y es que los privilegios de ser un vampiro,
no sólo se reducen a dormir de día y vivir de noche.
Los privilegios de ser un vampiro son vivir sin sangre,
sin corazón latiente, sin alma, sin sentimientos y por supuesto...sin remordimientos,
no ser víctima de los colmillos y las heridas.

Pero en el momento que al amanecer esa estaca cruzó su pecho y
tocó su corazón, cada astilla se encargó de cobrarle todos
y cada uno de sus pecados y justo antes de dejar
la muerte como modo de vida quisó no volver a vivir todo lo que hizó.

Una estaca, un crucifijo, un espejo, los ajos, el agua bendita y el sol fueron
en silencio su súplica pero en el momento que llegaron se arrepintió.

Ya no vale nada.
Ahora un ataúd sin privilegios será su hogar.

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